La aceptación optimiza la adaptación

Saber aceptar

Nosotros podemos influir en nuestra evolución al mejorar la calidad de adaptación mediante el autocontrol en todos los niveles: muscular, respiratorio, afectivo/mental. En el primer nivel del Programa Ataraxia Evolución se enseña el control muscular y respiratorio, experimentar la ataraxia baja el tono muscular y apacigua el sistema nervioso. EL control afectivo/mental (temas fundamentales de los niveles 2 y 3 del programa) está directamente ligado a la facultad de aceptación. Frente a un problema dado, podemos reaccionar básicamente de dos formas: por la tensión emocional y mental (no aceptación) o por la distensión (aceptación). Nuestra serenidad interior (tranquilidad) y en definitiva, nuestra dicha dependen de esta cualidad de aceptación.

Aceptar, significa no hacer dos con el mundo exterior, es decir, buscar la unidad en todas las cosas. En nuestra vida cotidiana, estamos en negación constante. Observen bien sus comportamientos frente a los pequeños hechos de la vida: cuando están apurados y el semáforo está en rojo, un neumático que revienta, alguien que te pisa, un objeto que se rompe, una enfermedad que aparece, un retraso en una cita, un dolor físico, un proyecto que se desvanece... Negamos lo que es de cada uno de estos sucesos: negamos el semáforo en rojo, el neumático reventado, el objeto roto, la enfermedad, el retraso, el dolor... Decimos “no” a la realidad, porque la realidad es también el neumático reventado o el objeto roto que nos gusta tanto... Así es así. No aceptando lo que es, engendramos una tensión que derrocha nuestra energía y tampoco soluciona el problema; por el contrario, la energía perdida no podrá ser utilizada para otra acción. Aceptar es decir sí a la vida. Todos los grandes guías espirituales han enseñado a sus discípulos que la serenidad nace de la aceptación de su condición presente. Con otro lenguaje, el religioso ha enseñado a los hombres a aceptar su condición presente, interpretando en ella la voluntad de Dios. En las enseñanzas cristianas, ciertas expresiones van en ese sentido: Así sea... Que se haga la voluntad de Dios.
La aceptación engendra responsabilidad
Por desgracia, muchas veces la aceptación se convierte en resignación banal. Aceptar el neumático reventado significa no montar inútilmente en cólera, no enervarse o no vociferar contra la mala suerte. El pinchazo es la realidad, echar pestes contra esta realidad es crear una dualidad entre lo que es (el pinchazo) y lo que se querría que fuese (la ausencia del mismo). La reacción adecuada consiste en reconocer que el neumático está reventado (no despotricar contra el clavo) y cambiar inmediatamente la rueda (en mi caso, llamar a la A.C.A 😄). Hay control entonces. La no aceptación es una mala reacción, pero la resignación banal no conduce igualmente a ningún resultado. Si, por ejemplo, me despierto en plena noche con una fuerte fiebre, debo aceptar este estado, esta realidad. Si la niego, creo un sentimiento negativo que no puede más que servir a la enfermedad. “Estoy enfermo” es la única verdad. No aumento la enfermedad con aceptar que el termómetro marca 39. Acepto y reconozco la enfermedad. Es la única salida, porque de la no aceptación nacen el malestar y el sufrimiento. La aceptación no obstaculiza el tratamiento, cuando acepto la enfermedad, tomamos los medicamentos apropiados, nos ponemos a dieta o llamamos inmediatamente al médico. Aceptando lo que es, evitamos el nacimiento de sentimientos negativos los cuales nos privan de la energía vital necesaria para la resolución del problema. No viviendo en el ciclo infernal de los sentimientos negativos, descubrimos la fuerza adaptativa de las emociones tal como son. Los sentimientos casi siempre nos mienten, son sumamente egoístas. La emoción es el motor de la adaptación y nos pone en contacto con los demás y nos permiten ser-en-el-mundo.

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