El Cultivo del Trabajo


1. El primer mandamiento del éxito No fuiste creado para una vida de ociosidad. No puedes comer desde la salida del sol hasta el ocaso, ni beber, ni jugar, ni hacer el amor. 
El trabajo no es un enemigo, sino tu amigo. Si te cerraran el camino del esfuerzo caerías de rodillas y pedirías la muerte. No necesitas amar las tareas que desempeñas. Hasta los reyes sueñan con otras ocupaciones.Sin embargo, debes trabajar y es cómo lo hagas, no lo que hagas, lo que determinará el curso de tu vida. 
Ningún hombre que es descuidado con el martillo construirá jamás un palacio. Puedes trabajar de forma monótona o puedes hacerlo lleno de agradecimiento; puedes trabajar como un ser humano o hacerlo como un animal. Aun así, no existe ninguno tan degradante que no puedas infundirle alma, ninguno tan sombrío que no puedas avivarlo. 
Lleva a cabo siempre todo lo que se te pida, y más. Tu recompensa llegará. Entiende que solo existe un método seguro de obtener el éxito y es por medio del trabajo responsable. Si no estás dispuesto a pagar ese precio para distinguirte, dispónte a llevar una vida de mediocridad y pobreza. Los que dan menos, reciben menos. 
Nunca caigas en la tentación de disminuir tus esfuerzos, aunque estés trabajando para otro. Tu éxito no es menor si alguien te está pagando por trabajar para ti mismo. Haz siempre el máximo esfuerzo; lo que plantes ahora lo cosecharás más tarde.Siéntete agradecido por las tareas y por lo que éstas te exigen. Si no fuera por tu trabajo, sin que importe cuán desagradable te parezca, no podrías comer tanto, ni disfrutar tanto, ni dormir tan profundo, ni estar tan sano, ni gozar de las sonrisas de gratitud de los que te aman por lo que eres, no por lo que haces.
2. El segundo mandamiento del éxito. Debes aprender que, con paciencia, puedes controlar tu destino. 
Debes saber que, mientras más tenaz sea tu paciencia, más segura será tu recompensa. No existe ningún gran logro que no sea el resultado de un trabajo y de una espera paciente. La vida no es una carrera.
Ningún camino será demasiado largo para ti si avanzas deliberadamente y sin prisa. Evita, como la peste, todo carruaje que haga un alto para ofrecerte un rápido viaje a la riqueza, la fama y el poder. La vida tiene condiciones, tan duras hasta en sus mejores momentos, que las tentaciones, cuando hacen su aparición, pueden destruirte. 
Camina, puedes hacerlo. La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce. Con paciencia puedes soportar cualquier adversidad y sobrevivir a cualquier derrota. Con paciencia puedes controlar tu destino y tener lo que desees. 
La paciencia es la clave de la satisfacción para ti y para los que deben vivir contigo. Comprende que no puedes precipitar el éxito del mismo modo que los lirios del campo no pueden florecer antes de la estación. ¿Qué pirámide se construyó alguna vez si no fuera piedra sobre piedra? ¡Cuán pobres son los que no tienen paciencia! ¿Qué herida sanó alguna vez a no ser poco a poco? 
Todos los inapreciables atributos que los hombres prudentes proclaman como necesarios para alcanzar el éxito, son inútiles si no tienes paciencia. El ser ambicioso sin paciencia no hará sino separarte de tus ganancias. 
El perseverar sin paciencia es siempre algo imposible.¿Quién puede dominarse, quién puede perseverar sin la espera que es uno de sus atributos?La paciencia es poder. Empléala para robustecer tu espíritu, para dulcificar tu carácter, para calmar tu enojo, para sepultar tu envidia, abatir tu orgullo, refrenar tu lengua, contener tu mano y entregar tu ser, a su debido tiempo, a la vida que mereces.

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